lunes, 2 de mayo de 2011

Fuerte es el silencio: Bitácora de sensaciones

La lectura de Fuerte es el silencio,  obra de Elena Poniatowska, me hizo sentir a lo largo de sus páginas una honda indignación, tristeza e impotencia ante los problemas que plantea, los cuales,   a pesar de relatar sucesos que te transportan a  la década de los 60´s y 70´s reflejan los mismos problemas sociales que padecemos hoy en día a causa de las deficiencias de nuestros representantes, su desfachatez y la falta de empatía con el pueblo.
Me sentí avergonzada de no conocer acerca de la mayoría de los sucesos que narra Poniatowska, de no haber escuchado de ellos antes ni mucho menos reflexionarlos.
En el primer apartado, “Ángeles de la ciudad”, la escritora nos da un panorama de la época, pero también narra la condición en que se encuentran cientos de paisanos  “angelitos” que emigran a las ciudades en busca de una mejor vida, de posibilidades de desarrollo y quizá también felicidad, sin embargo la ciudad los recibe con calles sucias, con tiendas departamentales fuera de su realidad, autos escandalosos, contaminación y discriminación. Los angelitos son pues, los grupos más pobres que emigran de zonas como Oaxaca, Guerrero y Chiapas al centro de la ciudad esperando vivir mejor, son ellos los que tienen más marcada la característica de  despojados, los más vulnerables,  los  que han quedado  olvidados en el camino del progreso desde siempre. Pero cuando han querido alzar su grito de inconformidad han sido amenazados y explotados aún más por las minorías privilegiadas que no ha visto en ellos más que pura mano de obra, objetos, cosas que se reemplazan una y otra vez. Sin embargo, estos no han sido los únicos movimientos sociales oprimidos de la historia del país, pues tal como lo relata Poniatowska hubo otros más entre los que destaca el movimiento estudiantil del 68, cuyas intenciones terminaron en una matanza sin resentimiento en la Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco. Me dio mucha tristeza conocer el destino de los cientos de  personas que integrantes o no del movimiento, fueron arrestadas, maltratadas, encarceladas o matadas por crímenes no cometidos. Pero a los matones eso no les importaba, para ellos todos eran revoltosos, incluso aliados a líderes guerrilleros, comunistas, enemigos del Estado.
La censura a la garantía individual que permite la libertad de asociación y expresión culminó en tragedia; alrededor de 350 muertos y otros cientos de heridos que hasta nuestros días anhelan justicia y esclarecimiento oficial de los hechos.
A partir de este suceso, comenzaron a aumentar las persecuciones, amenazas y por lo tanto, también las desapariciones. Todos eran sospechosos. Todos eran guerrilleros. No había de otra.
La violencia y el abuso de las supuestas “autoridades” transformó la vida del país y por lo tanto de sus habitantes en la medida que perdieron credibilidad en el gobierno manifestándolo a través de las numerosas abstenciones que en el ejercicio electoral de 1986 se hicieron presentes en contra de la candidatura de Echeverría, supuesto responsable de la matanza de Tlatelolco el 2 de Octubre.
La situación de los presos políticos , las desapariciones forzadas y la tortura aumentaron a raíz del sucesos dejando a su paso muchas familias afectadas como la de Rosario Ibarra de Piedra, activista de la cual habla mucho Poniatowska en su libro.
Esta activista empezó a incursionarse en los movimientos sociales al momento en que su hijo desaparece. La mujer desde entonces comienza una lucha consigo misma por no dejarse caer y buscar sin fin a su hijo desparecido. Esta acción transforma todos los ámbitos de su vida, pues se entrega completamente a la búsqueda de éste y muchos otros jóvenes desaparecidos a manos de los matones del gobierno. Fue con esa actitud que con el apoyo de otras madres que sufrían la misma situación pudo fundar el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos exigiendo a las autoridades el paradero de los jóvenes y la amnistía total.
El ejemplo de esta mujer me admiró demasiado, pues hasta la fecha no se ha dado por vencida y sin duda alguna seguirá apoyando a la gente marcada por la injusticia, el despojo y la opresión hasta el final de sus días. Sin embargo, su acción me hizo llegar a pensar que incluso no cualquiera puede manifestarse y perseguir el cumplimiento hacia sus derechos más elementales, pues esta señora pertenecía a una clase alta, tenía buenos ingresos y llevaba una vida burgués. A raíz de la desaparición de su hijo, tiene la oportunidad de dejar todo y dedicarse a ser activista, cosa que me recuerda a Abraham Fraijo, el padre de una de las niñas muertas en la Guardería ABC. Ambos gozaban de una situación que les permitió dejar sus actividades cotidianas para entregarse completamente a un movimiento social con aire transformador aspirante de  justicia y la libertad.
La lectura de fuerte es el silencio cuenta con muchos pasajes que me hicieron reflexionar sobre las injusticias sociales en el país donde nunca pasa nada. La narración de “diario de una huelga de hambre” y “los desaparecidos”, dan un ejemplo claro de la impunidad e injusticia a la que los jóvenes y grupos vulnerables están sometidos por el simple hecho de querer manifestar sus ideas cuyo único objetico es un cambio benéfico para toda la sociedad. Pero por otro lado, también nos devela la existencia de gente consciente que no tiene miedo, y no está dispuesta a tolerar más injusticias, al contrario, con el coraje que trae dentro se impulsa cada día para exigir el respeto a las libertades que le pertenecen.
La narración de Poniatowska da un gran salto al narrar el nacimiento de la colonia “Rubén Jaramillo”, pues aquí ya no se habla de estudiantes, sino de otro sector de la población, el más olvidado.
A las órdenes del “Güero Medrano”, los habitantes de Morelos se instalan en el espacio destinado a la zona residencial dominical llamada “Villa de las Flores”, lugar destinado a ricos habitantes del Estado para tener su casa de fin de semana. La acción que el movimiento social liderado por el Güero emprende me sorprendió muchísimo, pues esta cabeza reunía las características de un verdadero buen líder: no tenía intereses particulares, veía por el pueblo, tenía poder de convencimiento, sabía  ganarse el respeto y admiración de sus seguidores para los cuales siempre procuraba lo mejor.
Sin embargo, a pesar de haber sido la parte fundamental de este movimiento de “ángeles”, el “Güero” tuvo que enfrentarse a los poderosos quienes le jugaron a traición haciendo una vez más su guerra sucia y así como también al desacuerdo de su gente debido a la intromisión de infiltrados  y gente ajena a la causa principal que hasta hoy llena de inseguridad a los habitantes de la colonia.
Estas son algunas de las ideas que a lo largo de la lectura me vinieron a la mente, sin embargo hay mucho que decir; pero aunque la obra hable de problemas sociales de hace cinco décadas, son focos que siguen encendidos, son historias que siguen apareciendo en nuestro tiempo y sobre todo, que siguen sin resolverse.En el silencio, continúan esperando que alguien las escuche para al fin sanar. Fuerte es el silencio.